jueves, 16 de julio de 2009

El Pacto "Filantrópico"

La noticia la puso en circulación El Universo, un diario independiente que está cerca de cumplir ochenta y ocho años de servicio al país y al que el presidente de la república califica como un “pasquín” por su postura crítica: en una reunión en Carondelet, Correa y doce asambleistas electos sellaron un pacto para consolidar una mayoría adicta a la llamada “Revolución Ciudadana”. Tres de los acomodaticios representantes pertenecen al Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE) que lidera desde su exilio panameño Abdalá Bucaram Ortíz, uno de los más conspicuos representantes de la “partidocracia” que disfrutó las mieles del poder durante la “larga noche neoliberal”.
La revelación del pacto provocó un sismo al interior del partido gobernante. Primero, los asambleistas de la obediencia debida aseguraron no haber conocido del acuerdo sacramentado por el propio Rafael Correa. Algunos de ellos mostraron su contrariedad por la presencia del PRE en el grupo llamado cómicamente Alianza por la Descentralización y la Equidad (ADE), cuando debía traducirse sus siglas, para ser objetivos, por Alianza para el Disfrute de los Empleos.
El segundo acto estuvo a cargo de Ricardo Patiño, convertido en altoparlante presidencial, quien aseguró que se trataba de un simple acuerdo de apoyo a los postulados “revolucionarios” de Alianza País sin que haya mediado ningún ofrecimiento de prebendas o cargos públicos.
Se trata entonces de un “Pacto Filantrópico” entre fuerzas progresistas empeñadas en coadyuvar a que la nación se enrumbre por un camino de progreso, bienestar y felicidad colectiva. Ninguna de las partes, contrario a lo que se piensa en política, ha pensado en intereses personalistas, subalternos o de aprovechamiento rentístico.
El presidente Correa, en sus desbordes pasionales sabatinos, le dio un giro mayordómico al acuerdo: “Tengo ya 70 asambleistas para hacer una mayoría” sostuvo en el único momento de ternura de su “Aló Presidente”, pues luego vino la acostumbrada diatriba de taberna dirigida hacia los periodistas y los medios levantiscos que se resisten a ingresar al círculo áulico de la prensa adocenada.
¿Pasaron los doce comensales de la casa de gobierno a ser propiedad de un mandatario prepotente, arbitrario e intolerante, cuya mente está labrada al estilo feudal en que el patrón era dueño de vida y haciendas?
La filtración de la noticia ha provocado una merma en la credibilidad de la “Revolución Ciudadana”, bastante maltrecha luego de la denuncia del diario Expreso (otro de los medios “corruptos” en el lenguaje correista) sobre los contratos del hermano del presidente, la mañoserías en Petroecuador, las emergencias viales, las casas con techos de papel cometa, el préstamo aligerado a Fabricio Correa en la Corporación Financiera Nacional y la comedia de Honduras, entre otras “perlas revolucionarias”.
Tanto ha sido el impacto que el presidente ha debido salir a decir que no sabía que en el desayuno coimero iban a estar presentes Dalo Bucaram y su esposa, más otro súdbito de Abdalá. La minusvalía moral del PRE convierte en un riesgo cualquier contacto público con dicho partido, peor si uno de los ejes centrales de la “Revolución” ha sido el romper con un pasado corrupto que sin embargo revive cada día. Pero el argumento también ha caido en descrédito por su uso reiterado pues Correa tampoco sabía quién era Raúl Reyes, que había un campamento (o varios) de las FARC en el Ecuador, que en la Superintendencia de Compañas se sobraban “diezmos”, que en el ministerio del Deporte se forjaban negociados, que en Petroecuador y en el ministerio de Obras Públicas se feriaban contratos, que su entonces ministro de Economía andaba fraguando los “Pativideos”, que Fabricio constituía empresas de papel en Panamá para lograr contratos con el Estado, etc.
Del “Pacto Filantrópico” habría que rescatar algo: el presidenete Correa aún tiene algo de pudor al negar que haya acordado la adhesión ideológica del PRE, algo que Bucaram ha declarado reiteradamente. La pregunta es ¿cuál es la ideología del PRE y en qué se parece a la de Alianza País? Si hay más coincidencias de las que imaginamos, Correa y su proyecto marchan más velozmente que antes hacia el abismo.
El futuro de Alianza País y el PRE parece ir por el mismo camino. Se han encontrado en una parte del sendero en el manejo del poder y no van a soltarse sus manos en nombre de una indispensable mayoría que combina la megalomanía con el travestismo de los doce asambleistas de ADE.
No sé por qué me ha venido a la mente una festiva cita de Woody Allen: “El mago hizo un gesto y desapareció el hambre, hizo otro gesto y desapareció la injusticia hizo otro gesto y se acabo la guerra. El político hizo un gesto y desapareció el mago”.
Y otra del maestro José Enrique Rodó que la incluyo para provocar otra rabieta presidencial, seguro del odio que despiertan en Correa los intelectuales: “Los partidos políticos no mueren de muerte natural; se suicidan."

martes, 1 de julio de 2008

Periodistas y terrorismo


Desde el inicio de su gobierno elegido para propugnar el cambio de la vieja política y la sustitución de los intereses privados por los de la colectividad en la acción estatal, el presidente Rafael Correa mostró la hilacha de la intolerancia, el autoritarismo, la soberbia y el uso de la represión para ahogar toda forma de crítica o de protesta.

Los viejos "dueños del país" fueron suplantados el 15 de enero de 2007 por un propietario único e indiscutible: Rafael Correa Delgado, sostenido en su egolatría de Coloso de Rodas por los cargadores de la silla imperial: el Politburó de Alianza País, integrado por obsecuentes beneficiarios de la explotación de la hacienda pública.

El desenlace de la instauración de una monarquía en un país con tradición republicana era lógico: Correa iba a chocar con el periodismo crítico que se resistía a alinearse en la postura adulatoria y encubridora, tan ansiada por los dictadores.

Todo el Ecuador conoce la historia. Periodistas sacados a la fuerza de las ruedas de prensa, otros ultrajados de palabra y obra, los más incluidos en una generalización nacida de la bellaquería oficial: "bestias humanas". El matón que insulta cuando está protegido por chalecos antibalas y las sofisticadas armas de su guardia pretoriana, no ha respetado ni a las damas. "Gorda horrorosa", "asalariada de Nebot", "vocera infame de la oposición" son algunos de los epítetos del bizarro gobernante que propone el "cambio" a sangre y fuego.

El drama vivido por el país, uno de cuyos capítulos más siniestros se dio cuando el gobierno se propuso captar el Congreso y luego decapitarlo, originó un severo editorial del diario La Hora titulado "Vandalismo oficial" en el que se atribuía al Gobierno la intención de incentivar la crisis de aquel momento y "aumentar la confrontación para pescar a río revuelto".

"Esta política que sale definitivamente de la Presidencia de la República y que pretende gobernar con tumultos, piedras y palos es vergonzosa para el primer mandatario que se ufana de ser un hombre civilizado y respetuoso de las opiniones de los demás. La fuerza pública será desde hoy la responsable de las bandas armadas que los actores políticos no gubernamentales tendrán necesariamente que conformar frente a la complicidad dolosa de la Policía Nacional, porque ya no es un simple descuido, sino una política del actual gobierno" decía el editorial.

Júpiter tronó como era de esperar. Ordenó a la Fiscalía (su independencia es un cuento) iniciar una investigación contra el director de La Hora y el 10 de mayo de 2007 propuso una denuncia considerando que el editorial se amoldaba a lo dispuesto en el artículo 230 del Código Penal que dice: “El que con amenazas, amagos o injurias, ofendiere al Presidente de la República o al que ejerza la Función Ejecutiva, será reprimido con seis meses a dos años de prisión y multa de ciento a quinientos sucres”.

Correa, quien se proclama demócrata, conciliador y tolerante, acudió a un artículo inexplicablemente no derogado por anteriores Congresos, que fue incorporado a la legislación penal durante las dictaduras militares para evitar que a través de los medios, los ciudadanos se burlaran de los exóticos gobernantes de uniforme.

El 26 de junio de 2008 el circunspecto diario La Nación, de Argentina, publicó un editorial titulado "Patoterismo oficial" que critica el nexo entre funcionarios del gobierno kirchnerista con "oscuros y fornidos personajes cuya función parece ser, además de la de custodiarlos, la de amedrentar, disuadir y también atacar a quienes se manifiestan en contra del Gobierno".La reacción de la presidencia argentina ha sido la de tratar de aclarar la acusación, documentada con fotografías, sin pedir a la justicia o a la fiscalía la prisión de los directivos del diario. (ver http://www.lanacion.com/).

Durante un año, en cada discurso oficial (especialmente en los recintos militares o policiales) y en esa especie de "Feria de la Alegría" que son sus comparecencias radiales de los sábados, el presidente Correa ha intentado ubicar a los periodistas críticos de su gestión en el paredón para que sean ajusticiados por el pueblo, culpándolos del fracaso político de su gestión, del desastre económico, del derrumbe de la producción petrolera, de la ineficacia de la rehabilitación vial, de la inflación galopante, del incumplimiento en la rebaja del IVA, en la construcción de 50 mil casas por año y en la puesta en marcha del ferrocarril, del desprestigio internacional por los nexos con las FARC y de los oscuros procesos en la adjudicación de la construcción de una central termoeléctrica y una refinería, por mencionar sólo algunos de los costosos desatinos gubernamentales.

Responsabilizar al periodismo de tener un pacto con el pasado para obstaculizar la labor del régimen no ha sido todo. Correa ha imputado irresponsablemente a los periodistas no alineados con la "Revolución Ciudadana" la comisión de un delito de muy graves repercusiones: terrorismo. Tal como cuando llamó a los militares "traidores a la patria", Correa no ha presentado ninguna prueba por lo que puede ser enjuiciado por injuria calumniosa grave.

La última vez que insultó a los periodistas fue en la sesión solemne por los 184 años de la independencia de Portoviejo. Según El Diario de esa ciudad del 25 de junio de este año "En tono molesto el presidente de la república Rafael Correa dijo (..) que el accionar del gobierno ha sido transparente y pidió a los asistentes no dejarse llevar por ciertos periodistas a los que calificó de terroristas".

Pero los periodistas no hemos sido los únicos "terroristas" para el concepto neroniano de la política que tiene el primer mandante (no primer mandatario) Rafael Correa. En la larga lista publicada por su larga lengua hay otros "terroristas". Por ejemplo, el ciudadano Xavier Ordoñez, apresado por los "Tonton Macoutes" de Carondelet por "hacer señas impúdicas" al monarca. También Guadalupe Llori, prefecta de Orellana y los habitantes de Dayuma que protestaron por el incumplimiento de Correa en sus ofertas de vialidad, energía y protección social y que fueron brutalmente reprimidos por el gobierno. Se agregan los mineros artesanales igualmente castigados con brutalidad por los genízaros de Correa.

Para contraste, las FARC no son terroristas para el presidente ecuatoriano. El 5 de octubre de 2006, en entrevista concedida al periodista cubano Ricardo Brown, Correa dijo textualmente al contestar a su interlocutor si las FARC eran terroristas: "Terroristas, no, guerrilleros. El guerrillero pelea una guerra. Los terroristas son los que matan a mansalva y crean terror".

El presidente del Ecuador se ha esforzado por vender al mundo y al país la idea de que él dirige un régimen progresista, de izquierda nacionalista, antioligárquico, compenetrado con las necesidades sociales y enemigo de la represión. La realidad es muy distinta al discurso oficial y está más cerca del terrorismo de Estado de lo que el Primer Mandante pretende atribuir a los periodistas indóciles.

Vivimos tiempos difíciles muy cercanos a lo que en su tiempo significaron los regímenes de Augusto Pinochet o "Papa Doc" Duvalier. Cuando la dictadura de Francisco Franco apretaba el cuello de España y se apoderaba de los medios de comunicación, el ilustre don José Ortega y Gasset definió en pocas palabras lo que ocurría: "En estos tiempos quien no sea como todo el mundo, quien no piense como todo el mundo, corre el riesgo de ser eliminado".

Así estamos hoy en el Ecuador, queridos conciudadanos.

martes, 17 de junio de 2008

La Revolución “pipona”

Muchos años atrás solía guardar las predicciones que hacían al inicio del año los discípulos de Nostradamus y las sacaba varios meses después para buscar los aciertos y los errores de los adivinos.

Cambié esa costumbre por otra más divertida: guardar los discursos presidenciales de Año Nuevo y las promesas de los políticos, dos fuentes inagotables de optimismo falso, de imaginación para el engaño y de estafa a la credulidad colectiva.

El 1 de enero, por ejemplo, mientras escogía las noticias de los países latinoamericanos para las páginas del diario donde laboro, reparé en un despacho de la agencia EFE que titulaba “Presidente de Ecuador asegura que 2008 será de grandes concreciones”. Lo leí e imaginé al Rey Sol, Supremo Emperador del Cambio y Apóstol Bíblico de la Revolución Ciudadana sonriendo eufórico ante el periodista, con esa sonrisa de utilería que más parece una mueca, con esa sonrisa más falsa que las protestas de lealtad de Judas en la noche aquella.

¿Y qué dice éste estadista que pasará a la historia universal como un sabio digno de haber vivido en el siglo de Pericles? Lean ustedes estas perlas:

“Esperamos que el 2008 sea un año de grandes concreciones, de un Gobierno consolidado que con nuestro propio presupuesto pueda empezar muchas de las tan necesarias hidroeléctricas que requiere el país.
“El 2008 será un gran año. Avanzará la Revolución Ciudadana. Avanzará el país”.
“Que el 2008 puedan encontrar (las familias ecuatorianas) esa paz, esa dignidad, esa fraternidad que todos merecemos. Que se hagan realidad esos pequeños sueños, esos sueños de vivienda, de empleo, de un ingreso digno”
“En mi administración se ha logrado recuperar la producción petrolera y ha habido el mejor año agrícola en mucho tiempo, el desempleo ha dejado de subir y está en franca caída”.

Nuestro “Walter Mercado” de Carondelet cambia las capas del “psíquico” portorriqueño por camisas con florcitas y ambos se parecen en aquello de timar a sus clientes o a sus súbditos.

El país no ha avanzado un milímetro pues la inversión es cada día más baja, la inflación incontrolable es un azote a la economía popular y sube aceleradamente el desempleo. Los “sueños de vivienda” no pueden cristalizarse porque Correa no ha cumplido con su oferta de cincuenta mil soluciones habitaciones al año y el “ingreso” es cada día más indigno pese a ciertas medidas asistencialistas que empatan con la caridad. La “recuperación petrolera” es una mentira pues el país ha perdido cientos de millones de dólares por la baja en la producción desde que los “genios” de la economía y la administración se hicieron cargo del gobierno. De fraternidad mejor no hablar: cada día Correa, obnubilado por el odio a Guayaquil, crea un clima de beligerancia y de caos. Y por hacer daño a Guayaquil planta sus garras en todos los organismos seccionales que afrontan hoy la pérdida de su incipiente autonomía en beneficio de un centralismo más radical que aquel que nació de la Revolución Juliana de 1925.

La única concreción de la “Revolución Ciudadana” es el crecimiento hipertrofiado del “piponazgo”. Nunca en la historia del país, ni siquiera en los aciagos días del “alarconato”, del “bucaramato” y del “gutierrismo”, tres siniestros capítulos de nuestra historia, habíamos visto crecer la burocracia dorada que Correa prometió desterrar para siempre. El 15 de enero de 2007 habían 15 ministerios, hoy son ya 34 con una explosión de “superministerios”, “ministerios coordinadores”, “ministerios regionales” y “secretarías con rango de ministerios”. Nunca los “pipones” pensaron que bajo la Revolución Ciudadana encontrarían su Isla del Tesoro.

Pero la plaga se ha regado más allá de los límites palaciegos. Los diarios informaron hace pocos días que en el IESS habían ingresado 2.500 nuevos empleados bajo la consigna de que “La Patria ya es de todos” y por tanto había llegado la hora de reclamar su parte en esta rara “Patria presupuestaria”. El ilustre “maestro” del presidente Correa, Francisco Arellano Raffo, introdujo en la Superintendencia de Compañías 110 empleados, todos ellos cotizantes de los “diezmos”, esto es parte del sueldo para Alianza País, contribución que el mandatario “santificó” como buen católico que es. En el Ministerio de Obras Públicas los empleados denunciaron que hay más de 400 nuevos “compañeros” que sólo aparecen a cobrar. Correa amenazó a la empleada “chismosa” con cancelarla y enjuiciarla si no presentaba pruebas. Los dirigentes de los trabajadores de Obras Públicas ya llevaron a la televisión las pruebas pedidas por el presidente. Ahora saldrá con que el conspicuo bucaramista Jorge Marún se quedará en el ministerio por haber sido su “profesor” de vaya a saber qué oscuras materias.


¿Cuántos nuevos cargos ha creado el Rey Sol que no gobierna porque anda siempre en campaña y destilando veneno contra Guayaquil? Sería interesante que alguna ONG haga un estudio de cómo y cuánto ha crecido el voluminoso abdomen de la REVOLUCION PIPONA.

miércoles, 11 de junio de 2008

Inmigración, Asamblea y Nepotismo

En tiempos de la "Revolución Ciudadana" nos vamos acostumbrando a los actos de corrupción que tanto se juró desterrar cuando se prometió cambiar la vieja política a partir del 15 de enero del 2007, fecha del arribo al poder del nuevo "Rey Sol" que se negó a jurar su obediencia a la Constitución vigente.
Poco después de la asunción presidencial el país miraba absorto a un ministro de economía tratando sobre un oscuro tema de la deuda externa con un ex ministro y negociadores "de agache" que ofrecían gruesas sumas por ciertas medidas oficiales. Todo habría quedado entre las impersonales paredes de un hotel si un asesor resentido, que oficiaba de cineasta, no hubiera revelado el transfondo corrupto de la extraña cita.Cuando el país esperaba que el presidente Rafael Correa cumpliera el compromiso de sepultar la corrupción, éste salió a garantizar la buena conducta del ministro y a decir que se trataba de una maniobra planeada para coger con las manos en la masa a los que se enriquecían con la deuda.

Desde entonces los enredos malolientes se multiplicaron. Emergencias eternas para asignar contratos sin control legal, asignación de las tareas de vialidad al Cuerpo de Ingenieros del Ejército para ganarse el apoyo de los uniformados, compra de votos a congresistas en la histórica "Noche de los manteles", agresiones de la Policía a congresistas no alineados con el oficialismo, asignación directa de un millonario paquete de inversión en electricidad a ENARSA, una empresa privada argentina mezclada en el episodio del "Maletagate" con 800 millones de dólares de por medio, entrega de los recursos petroleros a la Armada Nacional, medida que ha significado una pérdida millonaria para el país por mala administración, intromisión en el funcionamiento de la Asamblea Constituyente para lograr una Constitución a la medida del ansia megalomaníaca del presidente, ataque injustificado a Guayaquil y sus instituciones, y muchos otros capítulos ingratos cuya enumeración ocuparía todo un libro.
Una de las últimas escenas de la descomposición moral del régimen ha sido el respaldo total del primer mandatario al Superintendente de Compañías, elegido por una mayoría de la "partidocracia" por el Congreso tan detestado, autor de los famosos "diezmos", creador de puestos inútiles pero bien remunerados y acusado por los empleados de la dependencia de actos ilícitos. La postura presidencial resultó de lo más sorpredente: "el Superintendente fue mi profesor y por tanto es honrado". Una alegación muy propia de los tiempos del Bucaramato y de los tiempos del "coronel ingeniero".

Quienes vivimos fuera del país también hemos vivido episodios de corrupción, negligencia, engaño y atropellos. Desde el nombramiento de Secretario Nacional del Migrante a un individuo que hoy se presenta como "doctor" y pretende transformarse en crítico del gobierno que lo sacó del anonimato para hacerlo "ministro", pese a que no tenía ninguna instrucción que garantizara una gestión eficiente. Correa sabía que el flamante "ministro" no era otra cosa que un vendedor de celulares en la esquina de 103 y Roosevelt, pero prefirió pagar con un cargo la adhesión babosa del "ministro".


En noviembre de 2007 la comunidad ecuatoriana e hispana observó escandalizada la conducta de la consul ecuatoriana en Nueva Jersey quien, a pretexto de combatir la corrupción, encerró a los empleados en las oficinas consulares en Newark y llamó a los agentes de Inmigración para que detengan y deporten a dos empleados, uno de los cuales intentó lanzarse a la calle desde el tercer piso del edificio. Los diarios de Nueva York le dieron portada al insólito caso de una consul delatando a Inmigración a sus compatriotas, a quienes estaba obligado a defender. Las autoridades de la cancillería pretendieron ocultar el escándalo y ofrecieron una investigación. El presidente Correa, quien ha llorado varias veces en España conmovido por el drama de los inmigrantes, defendió a la consul Jessica Escala y la ha mantenido en el cargo. Cancillería no ha dicho nada del resultado de la investigación y la Policía de Newark jamás recibió denuncia alguna por tráfico de pasaportes en el consulado.

El pasado 28 de mayo el consulado de Nueva York fue escenario de una cita de inmigrantes para formar cuerpos de voluntarios que laboren en la Casa Ecuatoriana en Nueva York, una institución oficial que se dice brindará asistencia a los inmigrantes. Quien dirigía la reunión, de manera sorpresiva, puso a consideración de unos cincuenta asistentes, una terna enviada por la Secretaría Nacional de Migración desde Quito para que se resuelva sobre el orden de precedencia, previo el nombramiento de Coordinador General de la nueva institución, un puesto muy bien remunerado. En la terna figuraba Antonio Arízaga, un apreciado dirigente comunitario del Frente Unido de Inmigrantes, quien no se hallaba en la sala ni había sido consultado para integrar la lista. Como era de esperarse en un cónclave al que se había citado por teléfono a una mayoría de adherentes al Gobierno, el ganador, por 34 votos fue el abogado Julio Vera.

Pero a pocas horas de este "ejercicio democrático" en el que la SENAMI "consultaba" a los inmigrantes antes de hacer un nombramiento, se supo los entretelones de la pantomima. Unicamente se trataba de darle un barníz de consulta a un acto ya decidido en las alturas y que pone de relieve el componente de nepotismo del Gobierno, al mejor estilo de la farándula gutierrista. El abogado Julio Vera, quien a estas horas debe estar ya nombrado, es el cónyuge de la asambleísta por los inmigrantes en Estados Unidos y Canadá, Linda Machuca, conspicua representante del socialismo del siglo XXI, quien no habla ni propone nada en favor de quienes la eligieron, pero tiene siempre su dedo alzado para votar por el "cambio".






En un discurso pronunciado el 1 de enero de este año, el "Rey Sol" Rafael Correa dijo, según lo reportó la agencia de noticias EFE, que el país necesitaba "un cambio profundo, rápido, radical frente a una Patria que se deshacía por la inequidad, la corrupción, la politiquería".¿No es precisamente ésto lo que estamos viendo cada día? ¿ No fue el 15 de enero del 2007 el último día del despotismo y el primero de lo mismo? ¿No es el nombramiento del esposo de una asambleísta una muestra de nepotismo y politiquería?

miércoles, 28 de mayo de 2008

Un montubio falsificado

El presidente del Banco Central del Ecuador, Robert Andrade, ha salido a declarar ayer a los medios de comunicación que en la comunicación enviada por ésta entidad al Archivo Histórico del Guayas y a la Fundación Miguel Aspiazu Carbo el 19 de mayo del año en curso en que se comunicaba "la imposibilidad de continuar brindando el aporte económico a favor de ambas entidades" se ha producido "un mal entendido" (sic).El servidor de la Revolución Socialista agrega que "en ningún momento se ha pensado siquiera en deshacerse ni dejar de por medio un contrato de comodato que en el año 80 el Banco Central suscribió con el Patronato Archivo Histórico del Guayas". Esto consta textualmente en una noticia aparecida en el periódico virtual Ecuador Inmediato, muy afín al Socialismo del Siglo XXI y cuyo director participó de la última gira presidencial al Europa, lo cual permite adjudicar veracidad a la noticia.El funcionario Andrade quiere limpiar una embarrada monumental de quien firmó el oficio, Ing. Hernán Salazar Vásquez, gerente de la Sucursal Mayor, el que afirma en el documento que la supresión del aporte oficial se debía " a deficiencias presupuestarias que afectan el desarrollo normal de las autoridades del Banco Central del Ecuador lo que impide igualmente, desde el punto de vista legal, adquirir obligaciones sin contar con los recursos suficientes para ello" (sic).Es claro que lo que se le ordenó decir al gerente Vásquez es que las deficiencias presupuestarias" afectaban "el desarrollo normal de las actividades del Banco Central", pero un misterioso fenómeno de la psiquis burocrática lo obligó a errar diciendo la verdad: la condición subalterna que tiene hoy el Banco frente a los designios imperiales que parten de Carondelet "afectan el desarrollo normal de las autoridades" que han asumido hoy, por tanto, el papel de personas mental y espiritualmente subdesarrolladas.Y hay otra arista muy grave. El oficio GSMG-343-2008 enviado al director del Archivo Histórico ordenaba la restitución inmediata de los bienes entregados por el Banco en comodato. Muy eficientemente la Directora Cultural Regional del Banco, Mariella García, dispuso que tres ordenanzas de su oficina realicen los procedimientos para quitarle los bienes al Archivo. No se vaya a decir que ahora que "La Patria ya es de todos" los trámites burocráticos se demoran.El escritor y periodista colombiano José María Vargas Vila dijo alguna vez una verdad muy aplicable al caso que hemos reseñado: "La hipocresía es el homenaje que el vicio rinde a la virtud".La orden para liquidar al Archivo Histórico del Guayas vino desde Carondelet pues, como en los tiempos de Pinochet en Chile, en Ecuador no se mueve ni una hoja sin que el Emperador de los Andes lo sepa. ¿O quiere el presidente del Banco hacernos creer que fue una broma de algún funcionario de segunda categoría? ¿O que el gerente de la Sucursal Mayor interpretó mal una disposición referida a otra entidad?Vivimos tiempos en que se están sentando las bases, en Quito y en Montecristi, de un régimen autoritario, soberbio, intolerante y abarcador dirigido por un megalómano que asume posturas de izquierda con una prédica de cambi, sin decirnos a favor de quién va a cambiar la conducta del Estado. Debe haber ocurrido que el todopoderoso secretario general de la administración, que administra muy bien los negocios de estadística, encuestas y publicidad del régimen, encargó a una de las empresas que le son afines, un sondeo sobre el impacto en Guayaquil de una medida destinada a sepultar su historia contenida en el Archivo Histórico del Guayas.La encuesta debió haber sido muy perjudicial para el gobierno y para el interés del referéndum constitucional por lo que se dio marcha atrás al proyecto de destrucción del Archivo.Según el presidente del Banco Central, su jefe, Rafael Correa, ratificó su apoyo a que le entidad bancaria oficial siga entregando los 300 mil dólares anuales al Archivo.El presupuesto del Banco Central para el fomento de las actividades culturales en el país es de 30 millones de dólares por lo que lo que se entrega al Archivo Histórico del Guayas no es sino el 1 por ciento del presupuesto. El resto se lo reparte en otros lugares de la república.La actitud negativa de Correa hacia lo que el propio Banco Central llama "las tareas de perservación de la memoria espiritual e histórica del país" no es de hoy. Pocos días después de su posesión expresó su animadversión a que el Banco Central invierta en cultura, lo cual motivó una dura respuesta del actual director del Archivo, el historiador José Antonio Gómez, en una de las columnas que escribía en la página editorial de El Universo.En las alturas del poder el papel asumido por el Archivo Histórico del Guayas desde su creación no satisface la visión quiteñocentrista de la historia. El Archivo ha dedicado sus últimos años a revalorizar las culturas del Litoral y ha intensificado su labor académica y científica para que el papel del montubio en la vida del país, desde su creación hasta hoy, sea reconocida. Y eso produce un escozor inveitable en ciertas gentes.La odiosa intención de disponer la muerte del Archivo Histórico del Guayas no puede borrarse con declaraciones melifluas. El Archivo tiene enemigos de leva y corbata, de anaco, y también de cotona y sombrero que se suben a un caballo con un machete para fingir su montubiez, aunque en el turbio fondo de su hipocresía se agita la perfidia a todo lo que huela a campo costeño, a cacao y a río caudaloso.

miércoles, 21 de mayo de 2008

El odio a la ciudad en que se nace

Un compañero de trabajo, con quien comparto el placer de la lectura, me presta un libro pequeño que contiene una novela corta escrita por un compatriota suyo, el escritor colombiano Jaime Echeverri. Su título es Corte Final.
Hace rato que no leo a un novelista colombiano. Creo que la última vez fue a Fernando Vallejo, a quien conocí en su visita al diario en que trabajo en Nueva York, y su famosa Virgen de los sicarios.
La novela plantea un drama original y cautivante: la relación siniestra y desgarrada entre el personaje (Néstor) y la ciudad donde nació. Una relación de odio.
Néstor recibe un telegrama en el que le informan de la muerte de su madre y la necesidad de que vuelva de su exilio voluntario a la Manizales de su infancia y juventud. La psiquis del personaje se estremece ante la perspectiva de un viaje al pasado sembrado de dramas y un reencuentro con los valores que hoy aborrece y que él ha preferido olvidar residiendo en otro lugar por el que tiene mayor sentido de pertenencia e identidad.
Como el Mersault de Albert Camus, Néstor es un extranjero en la ciudad donde nació y creció. Hay un muro de odio que lo separa de ese origen y de su pasado. Acepta volver no porque la muerte de su madre reviva en él algún rescoldo de amor. Otra vez como al Mersault de “El extranjero”, su madre, su tránsito final no le provoca la menor reacción en su cerebro o en su corazón. Vuelve porque es hora del corte final. Como lo describe el prologuista de la novela, el poeta colombiano Juan Manuel Roca, “se trata de un ajuste de cuentas con su ciudad”. Y agrega Roca: “ese caminante (Néstor) que regresa al pasado, un tiempo al que mira por un espejo retrovisor para evitar la maldición de la estatua de sal, ve a su padre suicida pendulando en la ducha, a su madre, comida por las murmuraciones y las mediocridades, y una legión de mujeres que son como una especie de ejército de salvación, de visa para entrar y salir del vacío”.
Aspira el protagonista a salir de Manizales limpio de recuerdos y de afectos, si alguna vez tuvo alguno, saldada su deuda con un pasado que empieza a no existir porque es la única manera de que quede intacto el odio que siente por su ciudad a la que ve como “un vestido de mujer tirado sobre el mueble después de un baile de disfraces”.
Conmueve en sus pocas páginas Echeverri con su Corte Final porque escarba la hondura de un tema para el diván de un psiquiatra: el odio enfermizo a la ciudad donde uno nació y a la que todos –casi todos- aman y desean guardarla siempre en la memoria.
Es fácil odiar dicen los expertos porque el odio es una emoción supremamente simple que se hace enormemente atractiva a cierto tipo de mente y de personalidad porque no hace demanda en nuestro proceso mental. Aquel que odia rechaza la comprensión, desprecia el tacto, condena la paciencia y no soportará alguna herida o desilusión sin pronta revancha. Además, siendo la más simple de las emociones, el odio también puede ser lo más completo para cierta clase de persona, porque le provee a él o a ella de un significado para la vida, algo a que oponerse o a que culpar, para aliviar el sentido de frustración o de fracaso. Más que todo, a causa de su simplicidad seductiva, el odio parece remover la necesidad para razonar, lo cual es una carga intolerable para mucha gente y para cualesquiera de sus esfuerzos auxiliares, tales como leer, analizar, estimar y juzgar. El odio sólo tiene una función y un sólo objetivo.
En Wikipedia se define al odio como “un sentimiento negativo, de profunda antipatía, disgusto, aversión, enemistad o repulsión hacia una persona, cosa, situación o fenómeno, así como el deseo de evitar, limitar o destruir aquello que se odia. El odio puede generar aversión, sentimientos de destrucción, destrucción del equilibrio armónico y ocasionalmente autodestrucción. Odiamos lo que no podemos amar, tener o controlar”.
Cuando desde el Palacio de Carondelet, fuente de todas las decisiones de la Asamblea de Montecristi, se envió la orden de legalizar el comercio informal, no se pensó en los cientos de miles de compatriotas marginados que deben salir a diario a vender cualquier baratija para llevar unos cuantos panes a la la mesa familiar más desierta que nunca ahora que “la patria ya es de todos”. La mentalidad perversa del “loco que odia” (un clon del “loco que ama”) trataba de fraguar un bien organizado plan para que Guayaquil vuelva a ser aquella de los tiempos del PRE cuando se comerciaba con los espacios en las calles para convertir a la ciudad en una réplica de Calcuta. Guayaquil ordenado, limpio, atractivo cada vez mayor del turismo, es un presente que hay que destruir. El Néstor de Corte Final aborrece el pasado que vivió en Manizales. El Rafael de la Revolución Ciudadana, una novela siniestra en espera de autor, aborrece pasado, presente y futuro de Guayaquil, la ciudad en que nació y creció, y a la que le agradaría verla ardiendo como en los tiempos de las invasiones piráticas o del “Incendio Grande”.
El otro objetivo es provocar la confrontación social entre los comerciantes informales que reclaman las calles para su negocio con el apoyo del gobierno central y las autoridades municipales que tratan de imponer el orden. De esta manera los primeros votarán por el SI en el referéndum constitucional, aunque luego el presidente los ponga en vereda a sangre y fuego como en Dayuma.
El español Gil Calvo sostiene que “la lucha contra la dictadura no comienza cuando alguien toma las armas, sino cuando alguien osa decir, abierta o clandestinamente lo prohibido”. El periodismo crítico y no comprometido está en la obligación de decir, en todos los espacios posibles, que se ha instalado una dictadura tanto en Carondelet como en Montecristi y que el odio va carcomiendo cada día la nación.

martes, 13 de mayo de 2008

Matón colosal del siglo XXI

Hoy martes 13 de mayo el programa Contacto Directo que dirige Carlos Vera en la cadena Ecuavisa mostró un video en el que aparece el presidente Rafael Correa agrediendo a un joven inmigrante ecuatoriano en Madrid, quien tuvo la valentía de reclamarle por la negligencia del gobierno en la defensa y protección de quienes vivimos fuera del país.
Visiblemente ofuscado Correa, amparado en la protección de dos docenas de guardaespaldas militares, invitó al jovencito compatriota a cruzar golpes y luego lo insultó gritándole !Idiota, por gente como ustedes es que queda mal el país!

El ultraje nos llega a todos los inmigrantes que alguna vez dimos crédito no a los cantos de sirena sino al silbido de serpiente de quien se proclamaba adalid de un cambio en el carcomido andiamaje político de la república.

En la bravuconería de quien se siente protegido por un chaleco antibalas y una guardia de matones subyace la cobardía de quien, solo, no sería capaz de desafiar a nadie. Esa es una vieja lección de barrio. Y ese tono desafiante y cafichero no es un ex abrupto, es una constante ya conocida por los periodistas, los opositores políticos, los que intentan contradecir al presidente al interior del Palacio de Carondelet en las filas de Alianza País y que lo escuchan todos los días proferir epítetos impublicables a ministros, asesores, secretarias y a cuanto ser humano se le atraviese en su camino de emperador, y los humildes habitantes de Dayuma a quienes ordenó agredir con una "valentía" que no la tuvo con las FARC, sus aliadas en la Coordinadora Continental Bolivariana. Es la misma postura agresiva que han visto los mineros, los dirigentes de la CONAIE y Pachacutec y la señora Margarita Arosemena, directora de la Casa del Hombre Doliente a la que le gritó "vieja pelucona" mientras lo aplaudían los cipayos que lo custodian.

El ex presidente José María Velasco Ibarra al referirse al ex alcalde de Guayaquil Assad Bucaram lo llamó alguna vez "Matón colosal". Hoy no existe la más leve duda de que el matonismo colosal ha resucitado en la figura de alguien quien se presentó como un demócrata y hoy muestra la mugrienta hilacha de la corrupción, el autoritarismo, la gula de poder y un instinto patológico que lo impulsa a la agresión hacia todo aquel que ose discrepar con las verdades pontificias de su papado y del socialismo del siglo XXI.

Nadie puede atribuírnos a los emigrantes actitudes o conductas que empañen la imagen del país. En cualquier lugar del mundo somos reconocidos como una comunidad honesta y dedicada al trabajo sacrificado que sostenemos la economía de un país que nos obligó a abandonar nuestras raíces y nuestros afectos.

No somos los emigrantes los que hacemos quedar mal al Ecuador. Quienes nos llenan de oprobio en las páginas de los diarios y las pantallas de televisión del extranjero son los políticos que conducen al país al abismo de la confrontación y el odio. Los que amparan la corrupción oficial y se benefician de ella. Los que encubren a los corruptos que negocian a escondidas con tenedores de bonos de la deuda externa, a los cónsules que denuncian a Inmigración a sus propios compatriotas y a sus "profesores" sorprendidos con las manos en la masa. Los que suscriben contratos millonarios con empresas extranjeras sin licitación previa. Averguenzan al país lo que entregan su territorio a una fuerza irregular extranjera conocida por sus crímenes y su vinculación con el tráfico de drogas. Los que ordenan espiar a la Asamblea Constituyente por fuerzas militares y luego recurren a la cobarde excusa de que "no sabían nada". Los que se aterran ante la advertencia de una investigación de los fondos de campaña y califican de "traidores a la patria" a quienes se atreven a hurgar en ese basural infecto desratizado por una maniobra del obsecuente Tribunal Supremo Electoral.

Si alguna conducta de los emigrantes contribuyó a dañar la imagen del país fue haber votado por Rafael Correa para presidente de la república. Esa cruz si estamos dispuestos a cargar, aunque nos exculpa el haber sido inducidos a error por la ofertas de que habría un "gobierno de los inmigrantes", una falacia perversa que nos ha conducido al más penoso desencanto. No hay que olvidar que la cónsul en Nueva Jersey, delatora de los inmigrantes indocumentados, fue respaldada por el presidente Correa quien instó a esa funcionaria a que siga denunciando a los "sin papeles" que llegaran a la oficina consular. La Secretaría Nacional del Inmigrante es una dependencia inútil creada para estimular el ocio burocrático de los amigos del presidente.

Nos averguenza sí el haber enviado a la Asamblea Constituyente a un representante por Estados Unidos y Canadá que fue impuesto por Correa luego de seis días de campaña en la Unión Americana, pese a haberle informado sus propios partidarios que tenía una ficha policial en la Policía Técnica Judicial. "A mí no me importa, lo único que quiero es gente que vaya a votar por nuestras propuestas" fue la contestación de Correa a viva voz en un mítin realizado en un edificio esquinero de la Avenida Roosevelt y la calle 103 en Queens.

Nada ha cambiado en el país de la poliquería, la triquiñuela y el negociado. Sólo los rostros de los beneficiarios han variado. El presidente Correa es un Fabián Alarcón más crecidito, un Abdalá Bucaram sin acné y un Lucio Gutiérrez sin charreteras. Nada más.